Artículo
(Fecha: 07/03/2002)

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"POR UNA SOLA VEZö

Firma:Pablo T. Spiller
Profesor de la Universidad de California y Berkeley. Director de LECG
[ P ]El Gobierno le exige al sector privado más
y más ajustes para mantener un Estado obsoleto e ineficaz

** Nota **Así es como dijo el presidente Eduardo Duhalde que será aplicado el tributo especial a "las grandes empresasö que se beneficiaron con la devaluación. Hasta unos días atrás, este chantaje era aplicado a las empresas de servicios públicos por los supuestos beneficios extraordinarios obtenidos durante la década pasada. Luego fue pasado a las petroleras, y ahora le toca el turno a dos tipos de empresas: las que tenían deudas internas en dólares (y por lo tanto se beneficiaron con la pesificación de los contratos y de las deudas bancarias), y las exportadoras (quienes supuestamente se beneficiaron con la devaluación).
Por una sola vez, es el canto a
ctual. Pero este cantar ha sido escuchado previamente por el cono sur. Las exportaciones agropecuarias fueron sujetas a retenciones durante décadas, y así se estancó el agro en toda la región. Sólo a partir de los años ‘90, con la estabilidad cambiaria y la eliminación de impuestos discriminatorios contra el sector exportador, volvió el agro a ser el sector dinámico del país.
Por única vez, se dijo cuando en medio de la hiperinflación le congelaron los depósitos a los ahorristas con el plan Bonex, y luego se lo volvió a hacer el año pasado. Y ahora Duhalde introduce Bonex II. En última instancia, el "por una sola vezö no se lo cree nadie.
¿Es esto simplemente un reflejo de la falta de credibilidad generalizada de los dos gobiernos de la época post Menem? No. El hecho que nadie toma en serio la promesa de "por única (¿o última?) vezö es que ambos gobiernos posmenemistas no han tratado en absoluto de eliminar de raíz la razón de su falta de credibilidad.
Tómese el caso de éste Gobierno. Dos días después que el subsecretario para Asuntos Internacionales del Tesoro, John Taylor, le da al gobierno argentino un dedo diciendo que el acuerdo con las provincias es un gran paso adelante, este Gobierno le toma todo el brazo, canta victoria y blandea su espada de guerra tradicional. Primero con las privatizadas y el sector exportador, y luego de fuertes presiones, al agro y a alguna que otra empresa que al haber tenido deudas internas en dólares se benefició con el monstruo de la pesificación de las deudas (aunque el que más se benefició fue el Estado al pesificar sus contratos de servicios y su deuda interna).
Esto sin una visión clara del por qué ni del para qué. Si bien lo recaudado supuestamente se aplicará para realizar gastos sociales (lo recaudado probablemente sea destinado a cubrir deudas provinciales y el gasto normal del Estado), uno se pregunta si ésta administración ha considerado el impacto que tales impuestos tendrán en los incentivos a invertir y a exportar, actividades fundamentales si este país ha de salir de sus crisis económica.
El meollo del asunto es la incapacidad del sector público de ajustarse a la realidad del país. Aló...? ¿Se enteró el sector público que el país está quebrado? ¿Entonces por qué no hay una drástica restructuración del gasto público? ¿Se enteró el sector público que los sueldos privados han bajado drásticamente en forma real y nominal? ¿Entonces por qué no hay una reducción mayor de los salarios del sector estatal? ¿Se enteró el sector público que la desocupación en el sector privado está superando el 20%? ¿Entonces por qué no se reduce el personal del sector público? ¿En el presupuesto 2002, la única partida que ha tenido una reducción importante en relación al presupuesto 2001 ha sido el pago de intereses, con las desastrosas implicancias para el futuro del país. Todo ajuste que el Estado no lo hace, en las situaciones actuales lo tiene que hacer el sector privado.
El Gobierno le exige al sector privado más y más ajustes para mantener un Estado obsoleto, ineficaz y, en las circunstancias actuales, fuera de proporción. Es hora que el Gobierno y los sindicalistas enfrenten la realidad. No se puede seguir pateando la pelota al centro con la esperanza de algún gol aleatorio, gracias, probablemente, al FMI.
El cuento de la reforma política no es sino un ‘side show’ para postergar los reales ajustes necesarios. Sólo si el Gobierno toma en serio la necesidad de reestructurar el Estado podrá tener la suficiente altura moral para poder pedir más sacrificios al sector privado. Esta reforma es impostergable



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